8 May 2012

De telarañas y miradas

E. lleva ya tiempo despierto, pero no ha abierto los ojos aún. Quiere volver a dormirse y despertarse, pero esta vez limpio. "Seguro que está nublado", piensa. E.

Se ha despertado, E., con una extraña angustia, hoy. Le pesa el alma. Y ha decidido quedarse allí, con los ojos cerrados, sintiéndose. "Qué pasa. Qué es esto". No se aclara, E.

Tal vez un sueño, musita, y sus hilachas. Las hilachas, esas telarañas sucias que le pegan a la sábana, a veces, como si un Spiderman malo malísimo hubiera querido ponerse a jugar con su alma. "Las hilachas", piensa. No suena bien esa palabra. Hay palabras, como ésta, que son húmedas, pegajosas y frías. Palabras que te enfrían el alma.

Y E., en un ejercicio entre lingüístico y simbólico, piensa que hay que volverse a dormir, aunque sean unos minutos; equilibrar ese desequilibrio, neutralizar ese signo menos (frío, húmedo, pegajoso) con unos minútos de edredón cálido y seco, de sueño-secadora, de sauna finlandesa, de polo positivo + de batería (E. siempre ha mirado de reojo y desconfiando los polos negativos de las baterías).

Quiere volver a dormirse, E. Y despertar clean, neat. Le sale el inglés, a E. , porque ese idioma con el que trabaja todos los días le parece limpio, prístino, como el agua del mar en el que ha nacido, ese sea que tan bien suena en inglés, como see, como una mirada sincera y transparente, esa mirada que busca en la gente que pasea por las calles, en las personas con las que se encuentra. Tiene, E. algo como una obsesión con las miradas, con los ojos de los con los que se topa. Le gustan, a E., las miradas de los niños, y las pocas veces que se ha enamorado siempre ha sido de unos ojos como de niña, de miradas que se le antojaban limpias, curiosas, solares.

No puede volverse a dormir, E. Y entonces piensa que tal vez una ducha ayude a lavarse -wash out- esas hilachas de encima, esas telarañas frías, húmedas, pegajosas.

Abre el ojo, E.

"Está nublado. Sabía yo".

No se puede volver a dormir, E. Y entonces escribe. Y escribiendo se acuerda de una mirada. Y se alegra.

Hay ojos, miradas, que son como el sol: deshacen las nubes, secan las telarañas, calientan el alma. Y a veces basta un recuerdo.

2 comments:

Graciela said...

Fíjate, telarañas por la mañana y salsa por la noche. Se ve que el cuerpo te pidió sur. "La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida" (cantaría el salsero Rubén Blades). Oye, qué bien, me gusta mucho el emergency morning thought. He leído cositas tuyas de aquí y de allá y me parece que escribes con mucha gracia. Enhorabuena.

Graciela

Emix Bebox said...

La gracia es toda tuya, Graciela, que por eso llevas un nombre que habla de la gracia de una gacela (salsera).
El cuerpo pide sur... no vas descaminada: es el sur de Madrid, Usera y Vallekas, donde viví los muchos años que he pasado en Madrid. El cuerpo me pide esa ciudad. Y algunas personas que en ella viven.
Gracias por pasarte por aquí. Espero que vuelvas.

Emi