Hay días (y noches) en las que me muevo por la vida como un caballo de ajedrez que se mueve como una torre que se mueve como un alfil.
Este sábado le moví un jaque a una Reina. Y esta noche me siento peón en un tablero vacío en el que me muevo como un caballo que se mueve como una torre que se mueve como un alfil. Sin rumbo.
A veces la soledad es así. Frenética. Y caótica.
Pardón: quería decir la solitariedad.
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