27 Nov 2012

Recorre los campos azules - Claire Keegan


«—Sí —dice el chino—. Usted problema.—¿Mi problema? El chino asiente. —No tengo problema —dice el sacerdote.
El chino se ríe; comprende que eso es lo que dice la gente que tiene problemas.»

De alguna manera, Hemingway era irlandés. Tenía yo unos trece años cuando leí por primera vez un libro de relatos escritos por él. Era uno de los cinco libros que había en esa casa que fue y sigue  siendo la casa de mis padres. Por entonces —eso lo sabía bien yo porque mi madre no se cansaba de decirnoslo— no había dinero en casa. Tal vez por eso no había más libros que esos cinco. Aunque, eso sí, padre leía todo lo que le cayera en mano. Yo, por el afán de poseer los libros que leía, aprendí lo que más tarde reprobaría: a robar libros en la biblioteca pública. De los cinco libros —Naná, Crimen y castigo, El jugador, El asno de oro, los primeros cuatroaquel libro titulado Los cuarenta y nueve cuentos fue el primer libro de Hemingway que leí. Y mi primer libro de relatos, también. A mí la cara que aparecía en la foto de la contraportada, barbuda y canosa, se me antojó irlandesa desde el primer día. Yo no sabía nada de Irlanda. Sólo que tenía casi la misma bandera que Italia y que (tal vez alguna peli o algo que leí) tenía que ser brumosa y triste.

Era, pues, precisamente en ese territorio donde me instalaban los relatos de Hemingway: en una tierra de tristeza honda, vieja como el mundo; una tristeza cosida a la piel misma del hombre, de ese hombre al que la Gran Madre o el Gran Padre le ha regalado en su mismo nacimiento un patrón para aprender a morir. Una interpretación de la vida en la que el nacimiento es el punto máximo vital, desde donde todo lo que sigue implica caída, decadencia. De eso, claro, me di cuenta después.

Los relatos de Claire Keegan —que de alguna manera es estadounidense, así como Hemingway es de alguna manera irlandés— me vuelven a instalar en ese mundo. Un mundo que ahora se comprende mucho más que antes no sólo porque el niño que leía a Hemingway ha crecido y reconoce ese dolor descarnado sino también porque Claire Keegan —quien ha aprendido del maestro la lección del contar y añade a lo que podría parecer un Hemingway irlandés una buena dosis de un controlado lirismo en tono menor— despoja su narrativa de toda aquella tensión de superhombría lanzada (y frustrada) hacia el futuro de los relatos de Hemingway. En Recorre los campos azules todo es un puro presente exento de cualquier esperanza: la vida de la Irlanda rural contemporánea aparece expuesta en todo su descarnado vigor (un vigor cansado y triste. Un vigor "Solitario, trite y final", como dice Osvaldo Soriano). Claire Keegan nos enseña sin pudor las entrañas sucias de una sociedad rural donde el abuso familiar y el incesto, la soledad y el alcohol, los sueños rotos y los matrimonios sin salida se mezclan en un extraño y melancólico connubio con la quietud del paisaje.

Ecribir sobre el fracaso, los sueños abortados y sobre todo sobre la soledad se ha vuelto ya un lugar común en lo que va de siglo. No hay libro de ningún escritorzuelo posmoderno que no trate, de una manera o de otra, la soledad: de alguna manera el tipo de personaje que vive en soledad a pesar de estar continuamente metido incluso en una vida frenética, configura por sí solos uno de los pilares de la literatura posmoderna. Pero en toda esta literatura este personaje se ha vuelto ya una masa indiferenciada. Claire Keegan, al contrario, no nos habla de la soledad. No escribe sobre la soledad. Sino que «escribe la soledad».

Hay algo más que me fascina en los relatos de Keegan: lo tradicional y la subversión de lo tradicional. Claire cuenta sus relatos elidiendo voluntariamente las referencias temporales. Uno pude imaginarse que las historias entán ambientadas en los 70 u '80 o hasta los '90, pero no hay ninguna referencia a ello. Y esto genera un ambiente que aunque no llega a ser ni atemporal ni fantasmagórico, sí le confiere un algo de fabuloso. Pero algo fabuloso entendido en el sentido mismo de fábula: un aire de cuento tradicional contado por una abuela delante de la chimenea. Sin embargo, Keegan lo subvierte todo, le da la vuelta del revés: mientras ese tono de fábula, lírico, confiere a los relatos un aire de tradicición, al mismo tiempo consigue un distanciamiento que convierte el relato casi en una mirada antropológica sobre los personajes, impidiendo en muchos casos una conexión emocional profunda. Y esto genera cierto desasosiego: el desasosiego del espectador que se encuentra delante de una ventana abierta desde la que se ve el dolor, la soledad, la tristeza pero que apuesta, más que a la identificación con en el personaje, más que a crear una empatía elemental o intuitiva, a la comprensión.

«Ella decía que el autoconocimiento se hallaba en el extremo del habla. El propósito de la converación era encontrar lo que, de alguna manera, uno ya sabía. Creía que en toda conversación había un cuenco invisible. La conversación era el arte de poner palabras decentes en ese cuenco y sacar otras de allí. En una conversación amorosa, uno se descubría a sí mismo de la manera más amable y, al final, el cuenco volvía a estar vacío.»
Los dos fragmentos que he citado en este post no dan en absoluto la idea de lo que son los relatos del libro. Si los he copiado aquí es porque me gustan. Vienen, ambos, del mismo relato que da título al libro. Un gran relato, como el libro mismo: Recorre los campos azules.

Obviedad: si quieres tener una idea de lo que hay en el libro, léelo. Desde aquí te prometo que no te va a decepcionar.



4 Jul 2012

Mientras tanto, cógeme de la mano

Los libros que me gustan suelen soltarme la lengua. O los dedos, encima del teclado. Pero hoy ha ocurrido algo extraño: tengo la boca seca, la lengua hinchada, los dedos torpes. No debería de estar escribiendo, porque no va a haber el mínimo atisbo de magia en lo que escriba. Me he quedado, sencillamente, hueco de palabras, huero. Y, sin embargo —tozudo soy —quiero dejar constancia de ello. Y de lo que, creo, ha sido la causa.

Me descubren a un poeta. (Un regalo de G. De G de Gracias.) Me descubren una manera de contar la vida: Kirmen Uribe.

Os dejo en sus manos. O en sus palabras.

La isla

Es domingo en la playa para la gente de buena voluntad.
Desde la isla se oye un rumor lejano.

Vamos al agua desnudos.
Anémonas, salmonetes, erizos.
Mira, el mar mueve la arena
como el viento mueve el trigo.
Bajo el agua te veo.
Me gusta el lento movimiento de brazos y piernas.
Me gusta tu pubis convertido en alga.

Salimos del agua. Hace calor. Hay sombra entre pinos.
Tus brazos están salados, tu pecho salado, tu vientre.
la misma fuerza que une mar y luna nos ha unido.
Los segundos se confunden con los siglos y los siglos con los segundos.

Anémonas, salmonetes, erizos.
Es domingo en la playa para la gente de buena voluntad.


Beso

Mis pechos son pequeños y mis ojos redondos.
Tus piernas, largas y frías
como el agua de la fuente.
Te mordisqueo el cuello,
lo tienes firme, inmaduro aún,
como una nuez recién caída.
Te pones arriba y me besas el vientre,
húmedas olas por toda mi piel,
ahora aquí, ahora allá, como las primeras gotas que caen
antes de que descargue la tormenta: pla, pla, pla.

Nos quedamos dormidos,
pecho y espalda se cierran
como unos labios tras un suspiro.


El río

En otro tiempo hubo un río aquí,
donde ahora hay bancos y losetas. 
Hay más de una docena de ríos bajo la ciudad, 
si hacemos caso a los más viejos. 
Ahora es sólo una plaza en un barrio obrero.
Y tres chopos son la única señal
de que el río sigue ahí abajo. 


En cada uno de nosotros hay un río oculto
a punto de desbordarse. 
Si no son los miedos, es el arrepentimiento. 
Si no son las dudas, la impotencia. 


Un viento del Oeste azota los chopos. 
La gente avanza a duras penas. 
Desde el cuarto piso una mujer mayor
está tirando ropa por la ventana: 
tira una camisa negra y una falda de cuadros
y un pañuelo de seda amarillo y unas medias
y aquellos zapatos que llevaba
el día de invierno que llegó del pueblo. 
Unos zapatos de charol, blancos y negros. 
Sus pies parecían avefrías heladas en la nieve. 
Los niños echan a correr tras la ropa. 
Al final, ha sacado su vestido de boda, 
se ha posado sobre un chopo, torpemente, 
como si fuera un pájaro grande. 


Se oye un ruido. Se asustan los traseúntes. 
El viento ha arrancado de cuajo uno de los chopos. 
Las raíces del árbol parecen la mano de una mujer mayor, 
que espera que cuanto antes otra mano la acaricie. 


[los poemas son del libro Mientras tanto cógeme de la mano, de Kirmen Uribe, Visor, 2002]


29 Jun 2012

Postales #009: Boleradas




Destinatario: Cecilia Bolero Martín
Dirección: C/ Hacienda de Pavones, 209, 28030, Madrid
Fecha: 12-05-11 [franqueo de Correos]


"Pasarán más de mil años muchos más. Yo no sé si tenga amor la eternidad, pero allá, tal como aquí, en la boca llevarás sabor a mí".

Ayer estuve bailándola contigo, a solas. Tú, que no sabes cómo sé.

B.





27 Jun 2012

Postales #008: Juegos de memoria y olvido




Destinatario: Emiliano [apellido no legible]
Dirección: P.za Cristo de Burgos, 31-3ºC, 41003 Sevilla, Spain
Fecha: 27 - Agosto - 1940


Queridos amigos Concha y Manolo: hace más de año y medio que no tengo noticias vuestras sino indirectas. Sé que os va bien [palabra ilegible] y que estáis bien. Nada más. Yo os recuerdo y pienso en Paloma, que os irá dejando viejos. No se dirá que como poetas hemos tenido una vida poco accidentada. Cuando Paloma tenga nuestra edad actual, acudirán a ella nuestros futuros admiradores a inquirir detalles auténticos de nosotros que seremos tan legendarios autores como Garcilaso o Bécquer.


Os abraza,


Luis Cernuda






21 Jun 2012

La Ciudad (título provisional). #01


Prólogo
(Quince años antes, o sea: siglos)




1.
Mañana temprano: un hombre se despierta soñando. Desde la rendija de su cartónembalajedefrigorífico, ahora casa-cama-plegable-para-dormir-donde-sea-conque-no-llueva, vislumbra un sol naciente y una luz feliz. 

Toda la ciudad duerme. Es un domingo de junio. En el Centro, Los Vips acaban de caer sobre sus colchones de agua mineral Pepsicoca con la nariz todavía empolvada y la boca reseca. Los MásVips no duermen porque su sueño y sus vacaciones son el trabajo: sencillamente reposan conectados por intravenosa al ordenador en stand-by. 

El Pabellón de Gobierno está casi vacío. Casi. Una, dos, tres sombras se mueven disimuladamente en la semioscuridad que el sol va hiriendo poco a poco desde la cúpula de cristal de Bohemia, hasta formar una única, monstruosa sombra de cincuenta brazos, cincuenta piernas y un cerebro y medio por un total de dieciocho matabazooka, ochenta y tres uzimetrallas, doscientos veinticuatro ananas-bomb, una cantidad indeterminada de balas simples, tres cajas con minitanque de montaje rápido y una manita de plástico rojo de tres centímetros por cinco en inequívoco y suritálico gesto escaramántico (cuernos). La única cabeza y media del monstruo está atareada en dos distintas actividades: Coco, asistente-guardaespalda cerebrientero, dormita en uno de los bancos forrados de piel del Pabellón. El asistido guardaespaldado, General Franco Musolón, o restante mitad cerébrica del monstruo, está pensando que hoy es un día más cerca del comienzo que del final del mundo y de su soñada, deseada, ansiada Niúespaña, y, como todas las veces que se sumerge en pensamiento tan elevados, compone versos: 

será grande, potente y ordenada
seremos otra bez imperio
y yo su cacique elegido (por mi)
justo, firme y severio.

(El mediocerébrico Musolón es de origen itálico, aunque de segunda generación, tiene una pasión: los versos —suyos— y un conocimiento menos que aproximado de la ortografía y de la versificación. Por eso odia a los poetas. Y a los correctores.)
Arrastrado por la emoción de su imagen mediocerébrica de Niúespana, tiene un improviso espasmo, los tacones se juntan con una explosión seca, el brazo se le dispara hacia la cúpula, la mano tendida en un haz romano de nervios contraídos y la boca hace lo suyo, añadiendo un pensamiento de 800 decibelios que suena, inequívoco y chillon: 

—¡Arriba!

La sombra silenciosa tiene un estremecimiento unísono, veinticinco brazos derechos se disparan improvisa, romana y silenciosamente hacia lo alto, Coco se despierta mientras el sol naciente empieza a filtrarse por la cúpula acristalada, iluminando tímida pero inequívocamente el enésimo golpe de estado.

2.
En la periferia del Centro, el hombre que se ha despertado soñando dobla con cuidado los cartones, los ata con una cuerda y sigue soñando. “La vida es hermosa”, dice en voz alta y no se acuerda de que ayer paseó cuatro veces seguidas sobre el puente Másaltonosepuede, acristalado con barreras de plexiglás antibala y anticabezazo para evitar esas que la telemirón llama “las trágicas muertes voluntarias”  que se retransmiten en directo con un share altísimo, sobre todo a la hora de la comida. Sueña que tiene una casa y un equipo donde puede escuchar a Debussy y a Siniestro, una mujer que no se le ha escapado con el Rey de la Hamburguesa de Petirrojo, sueña que tiene contrato fijo, seguridad social, bibliotecas sociales, y que los espíritus están contentos.

3.
En la periferia del centro, en el duodécimo piso del edificio Cooperativa Ex-Okupa, en cuyo portal el hombre que se ha despertado soñando está doblando cuidadosamente su cartónembalajedefrigorífico alias casa-cama-plegable-para-dormir-donde-sea-con que-no-llueva, Bebox está despierto, escribiendo en su cuaderno con un bolígrafo de punta gruesa que deja un trazo gordo y negro-azulado (el boli es un regalo de su padre, ése que un día se fue y no volvió, que se fue diciéndole que estaba enfermo, que estaba enfermo de sueños inacabados y que cuidase ese boli, que lo mimase y lo recargase con cuidado, y que cada mañana fijase siempre en el cuaderno sus sueños con ese trazo gordo y negruzco, grueso como una cuerda, que los atase con esa cuerda, porque era la única manera para defenderse de la enfermedad). Bebox tiene trece años pero aparenta diez con su cara de niño y esta noche no ha dormido para mirar el alba de un día que por alguna razón se le antoja especial, pero escribe igual porque él nunca sueña cuando duerme, nadie le cuenta historias en sueños. 

Bebox es un pequeño genio pero nadie sabe que su Q.I. llega a las estrellas (él tampoco), como tampoco nadie sabe que Bebox sólo sueña en el baño, cagando (eso él sí lo sabe). 

Bebox sueña solamente en ese rincón del baño y no sabe por qué pero no se lo pregunta, ya se ha acostumbrado a esa voz que le cuenta historias, a ese amigo logorroico y musical (siempre hay una música de trompeta como fondo, por eso el amigo se llama Bix). Y entonces escribe palabras de trazo grueso y negroazulado para atar las historias de Bix, y espera que algún día entre esas historias aparezcan algunas de las que soñó su padre, para atarlas, para que ya no se puedan escapar y quitarle un poco de peso a ese papá que quién sabe por dónde andará. Bebox  escribe y ata historias y sueños porque si sigue atando sueños tal vez su padre se cure. Tal vez se cure y, sobre todo, vuelva. 

Porque Bebox sabe una cosa: que los sueños, esas historias que alguien te cuenta en la cama —o cagando— son muchos, muchísimos, pero no son infinitos, se repiten, a veces se transforman, pero no se crean, según dice la IIIª Ley de la sueñodinámica de su padre, ex catedrático de Deseología y experto en Oniricología antidepresiva: los sueños, eso Bebox lo sabe bien, están allí desde siempre, se reciclan, se repiten, son siempre los mismos. Y si se repiten puede que algún día tope con algún sueño de los que soñó su padre y lo apunte, lo escriba, lo cace para que su papá se cure, para que vuelva. Por eso Bebox está despierto, ahora, porque acaba de salir del baño, donde cagando ha estado mirando el alba y escuchando a Bix que le contaba unas historias, unas historias extrañas eso sí, pero con la misma trompeta desgarrada de siempre como fondo. Y ahora escribe.

Pasa que algo desgarra el Tiempo y ya no estás cuando y donde tendrías que estar, donde están las cosas, porque siempre estás un poco en otro sitio, y no llegas nunca a tiempo. Con nada. Hay un montón de citas, con las emociones, o con las cosas, y tú estás siempre persiguiéndolas, o llegando antes, estúpidamente.
Eso es lo que antes me contaba Bix, el pianista, en el baño, mientras yo cagaba. A veces Bix es un poco extraño. Yo escribo todo lo que me cuenta, como si me lo dictara, aunque no lo entienda. Pero me huele que, de alguna manera, Bix siempre me cuenta lo mismo, aunque ahora que lo pienso, siempre es diferente: son historias. Bix me cuenta historias y siempre son bonitas o tristes, y siempre mientras yo miro fuera de la ventana del baño, sentado e indefenso. Y hoy Bix me contó lo que ocurría en una mañana como esta, en el Centro, mientras toda la ciudad dormía, debajo de una cúpula de cristal donde un enorme monstruo de cincuenta brazos y cincuenta piernas se movía disimuladamente...

Aporrean la puerta. Bebox se levanta preguntándose quién puede ser a las cinco y media de la mañana. Piensa en su padre, y el corazón empieza a latirle fuerte. El papá catedrático, carpintero-diletante y juguetón, ojalá, papá, volveremos a meternos en la bañera, nuestro barco pirata, y viajaremos otra vez a La Escondida, a ver a Mamá Bonga y a Manja, que se me prometió la última vez que estuvimos ahí comiendo esas setas pintas tan buenas con el Viejo Capitán que ya no vuelve porque Abuela Bonga le trata muy bien y a lo mejor acabarán casándose...

En la puerta hay dos señores trajeados y detrás dos enormes batiblancos con los brazos peludos, parecen enfermeros. Quieren que Bebox vaya con ellos: la Unidad InforMirona ha detectado unos síntomas peligrosos. Sólo se tratará de una sencilla revisión en el hospital militar —dicen serios pero tajantes— cosa de un par de horas, luego podrás volver a casa. Ha habido varios casos en la ciudad, cosas de sueños. Bebox no entiende, el señor es antipático pero le gusta eso de la Unidad InforMirona y del Hospital Militar, suena todo tan a aventura, a barco pirata y a Mamá Bonga y el Viejo Capitán. Suena tanto a papá. Bebox piensa en su papá y se acuerda de que no ha escrito todavía lo que le ha contado Bix y que por favor ¿puedo llevarme mi cuaderno de los deberes? (Bebox también sabe mentir muy bien)

—¡Date prisa, mocoso!

……………………………………

El hombre que se despertó soñando mira desde su escondite (un enorme cubo de basura detrás del que se escondió al ver los milicos de la Brigada Musolón 1º llegar con la furgoneta al Edificio Ex-Ocupa) los cinco hombres que salen del portal. Reconoce a Bebox y se estremece. “Él también está enfermo”, piensa. “Y ellos lo saben.”

En ese mismo momento, de unos altavoces escondidos en las farolas, el General Franco Musolón comienza su primera y agramatical arenga a la Ciudad (su familia lleva casi un siglo en España y posee un vocabulario básico de dos mil palabras, no conocen los acentos, odian los subjuntivos —suenan demasiado a sub-oficial y subordinado— y la b y la v le dan igual): “Compartiotas, tocamos diana en esta clara mañana para que sepais de que Niuespaña ha nacido nueba (como dice el mismo nome). Asi que todos en la Plaza Grande a homenajear a mi, y al quien falte, hostias calabozo tortura picana submarino seco y mojado, falanga, colillas encendidas en los genitales y otras cositas que yo me sé”. (En esta última parte de frase —con la que cerraba siempre sus discursos— nunca cometía errores.)

Así empezó todo.

8 Jun 2012

El mundo del revés



Descubro hoy, porque hoy uno es así (hoy... somos así) que me gusta estar cabeza abajo. Como cuando era niño y me colgaba de la rama de la higuera gigante en la que habíamos montado la casita mi primo y yo (os lo juro, nunca habéis visto una higuera así de grande): la rama encajando perfectamente en mis corvas y yo con los brazos tendidos hacia el suelo, la camiseta cayéndose, dejando al descubierto el ombligo y arrugándoseme en el cuello, el cielo a mis pies y un suelo de hierbas y margarititas por cielo. 

Hoy, pues, me dicen que si voy del revés, cambiaré el mundo. Yo me vuelvo niño un rato, me cuelgo —o me descuelgo— y aquí estoy. 

Veo el mundo del revés, y mira tú, me gusta (esto, me digo, hay que hacerlo más veces: le reconcilia a uno con el las cosas. Así dejo los porros, el yoga, la meditación y el sexo. No, el sexo no. Bueno, la meditación tampoco.) Me gusta ver que tengo el cielo a mis pies y que mi cielo de ahora es verde esperanza y lleno de florecitas. La gente pasa y esas comisuras que antes veía caer hacia el suelo ahora suben hacia el cielo en una inequívoca sonrisa. El sur del mundo ha pasado a ser el norte. Los bancos dan dinero a los necesitados y sus directores lo dejan todo para ir a hacer voluntariado a EEUU (en el Sur, en el Sur) ayudando a desmantelar bases militares para reconvertirlas en comunas bio-ecosostenibles. Ángela Merkel es atractiva y se ha enamorado de un minero griego. Rajoy ha salido por fin del armario y ha nacionalizado Telefónica, Repsol y el Parlamento. Monsanto hace agricultura ecológica biodinámica. Leonard Cohen canta canciones alegres. Ray Bradbury no ha muerto. Cortázar sí, pero se ha reencarnado en mí. Yo soy un escritor de éxito. Ella me ama. 

Esto de ver el mundo al revés necesita cierto entrenamiento. Leer páginas web, por ejemplo, aún me resulta difícil: no controlo bien el scrolling y me lío. Y como se me sube (¿o se me baja?) un poco la sangre a la cabeza con este descuelgue que llevo hoy, me doblo hacia arriba para echarle un vistazo a la paginita ésa que me ha hecho ponerme del revés. Y lo que veo es esto:


Apago todo a capón. Cierro los ojos y vuelvo a descolgarme hacia el suelo/cielo. Abro los ojos:

y veo el mundo del revés, y mira tú, me gusta (esto, me digo, hay que hacerlo más veces: le reconcilia a uno con el mundo. Así dejo los porros, el yoga, la meditación y el sexo. No, el sexo no. Bueno, la meditación tampoco.) Me gusta ver que tengo el cielo a mis pies y que mi cielo de ahora es verde esperanza y lleno de florecitas. La gente pasa y esas comisuras que antes caían hacia el suelo ahora suben hacia el cielo en una inequívoca sonrisa. El sur del mundo ha pasado a ser el norte. Los bancos dan dinero a los necesitados y sus directores lo dejan todo para ir a hacer voluntariado a EEUU (en el Sur, en el Sur) ayudando a desmantelar bases militares para reconvertirlas en comunas bio-ecosostenibles. Ángela Merkel es atractiva y se ha enamorado de un minero griego. Rajoy ha salido por fin del armario y ha nacionalizado Telefónica, Repsol y el Parlamento. Monsanto hace agricultura ecológica biodinámica. Leonard Cohen canta canciones alegres. Ray Bradbury no ha muerto. Cortázar sí, pero se ha reencarnado en mí. Yo soy un escritor de éxito. Ella me ama....




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a posteriori:

SOMOS. Un palíndromo: se lee del revés, sí. Pero curiosamente, lo que se lee... es lo mismo. 


5 Jun 2012

Postales #007: Tozudos Orfeos



Querida Cecilia

Hoy abrí la caja en la que había metido todas nuestras fotos. Por primera vez desde que te fuiste. Y me encontré esta postal. Sé que te acuerdas. Yo, el primero por la derecha, y tú, la primera por la izquierda. Nos la sacaron en la fiesta de fin de curso de tercero. No sirvió de nada que nos mantuvieran alejados en clase, como lo hicieron aquí. Como tampoco sirvió que lo intentara tu padre más tarde. Fuimos tozudos, tú y yo. «Nos amamos contracorriente», decía yo. «El amor en los tiempos de la cólera» (la de tu padre) decías tú.
Y sin embargo, al final el descanso que buscaste en esas pastillas, yéndote de entre mis manos como un hilillo de agua, te volvió a colocar a la izquierda en la foto de mi existencia.
Pero yo soy tozudo. Aquí me aburro sin ti, y voy a rescatarte.
Voy a llegar yo antes de que llegue esta postal. Salgo ahora.

Tuyo contracorriente, Max

Destinatario: Cecilia Valdepeñas Moreno
Dirección: Cementerio de la Almudena, Sección T, pasillo 133, nicho 8, Madrid
Fecha: Madrid, 29 de diciembre de 1987


NB: postal devuelta por cambio de domicilio








4 Jun 2012

Postales #006: De ventanas (con y sin barrotes)



Destinatario: Francisco Ocaña
Dirección: Centro Penitenciario Madrid-II, Alcalá-Meco Km. 4,5, 28870 Alcalá de Henares


Sin fecha (fecha de Correos 03/10/11)

Hola Fran,
Esta foto la sacaste tú, en Coimbra, y ahora me recuerda a ti cuando me mirabas desde la ventana cada mañana, al salir yo al trabajo.
Llevo ya cuatro años sin verte en esa ventana.
Estoy embarazada de tu hermano y me he ido a vivir con él. No te puedo esperar otros ocho años.
Tu mujer.

(firma ilegible)





1 Jun 2012

gmail



11:12 
[...]Amadeo: Lucas
  porque no podemos quedarnos con las cosas que SÍ que pasan?
  aunque sean pequeñas
  aunque sean insignificantes
  aunque no sean las que queremos
  Yo: ya
11:13             cuando como, como... ¿no te acuerdas? 
 Amadeo: esta mañana
  cuando me he levantado
  he puesto una cafetera
11:14 y mientras se hacía
  he ido a sacar la leche 
Amadeo: y he visto eso pegado en la nevera
 me ha parecido muy bonito, de verdad 
 Yo: a mí también 
  
 Amadeo: es algo pequeño
 no se parece a lo que querríamos que pasara
  pero hay belleza ahí
11:16 y me jode que se nos escape 
 Yo: la inteligencia, te lo decía ayer, es una condenasabes,
  lo que decías
  las cosas pequeñas
11:17 las cosas que nos pasanlas cosas pequeñas e insignificantes con las que no nos quedamos son... nada más que la vida
  y se nos escapa la vida, eso es lo que se nos escapa,
  por correr detrás de
  no sé si fantasías
  si quimeras
  si sueños
  expectativastout ça
11:19 (y hay que decir que no nos lo ponen fácil algunos encuentros que tenemos, porque nos empujan a ello: somos unos yonquis y no les puedes poner a un yonqui una jeringa llena de algo con la etiqueta: "amor" allí delante de sus narices
  nos abalanzamoscomo ienas
  no sé
  chico
11:20 ayer dijimos eso: "hay algo que no va bien, dentro de nosotros"
  algo que no va bien desde hace mucho tiempo
  desde que éramos pequeños
  
  es eso
  hay algo que no va bien
  y me gustaría poder ser un cirujano del alma
11:21 sacar esa excrescencia con un corte limpio
  sanear la zona, con betadine
  pero no sé
  parece que no hay bísturis que valgaque más bien eso se puede lograr a través de una quimioterapia del alma,
11:22 de un proceso terapéutico largo y jodido, a lo largo del cual se te cae el pelo, y te salen ronchas y todo tipo de reacciones adversas
11:23 pero es un proceso del que nadie te asegura que vayas a salir curado
  y a veces te apetece dejarlo todo
  y volver a Matrix, aunque eso sea la enfermedadaunque eso sea la Fantasía. 

11:24 
  Amadeo: pero mira, lucasmuchos, la mayoría viven así, enchufados al cable fantástico. 
Yo: Mira, ya sé qué me vas a decirque a veces hay un fallo en el sistema, un cortede suministrouna emoción grande o súbitaque los descoloca
11:25 que empuja realidadla deslizaempuja SU realidady los descolocase vuelven locos por un ratoy entonces hacen incursiones en este lado
 pero se acojonan rápido, 
11:26 porque aquí no hay cable fantásticoy los asideros no se ven, están escondidosy te salen al paso sólamente (y no siempre)cuando te atreves a coger ese callejón oscuro a la izquierdapero que huele bien, a especias (y sólo tienes ese olor, na' más)y dices bueno, sí, qué mierda, yo voy.aquí sólo te puedes enchufar a ti mismo, carajo
11:28 
pero estos se asustan y vuelven a enchufarse al cable fantástico
  Amadeo: ya, lucaspero tú, yo, míguel, nosotros no   Yo: es eso lo que me íbas a decir, no?
11:29y dime ahora qué ganamos, qué mierda ganamosmíramequé mierda he ganadoestando de este ladodonde somos todos más guays porque estamos fuera de Matrix
11:30             y sin embargo se me escapa la vidaesa belleza de la que hablasque dejé pegada al frigoríficose nos escapa, chico, se me escapala vemos con los ojos de la mente, pero se nos escapani el consuelo de sentirse más guayporque llevo tiempo habiendo dejado de sentirme más guay por estar de este lado
   Amadeo: esto es una puta mierda
11:32peroes la que hayy será muy trillado decir estopero nos toca a nosotros hacer que huela a flores
  Yo: síyaa jazmín. A jazmín, carajo, a jazmín.

24 May 2012

Postales #005: Correspondencias



Destinatario: Alba Hayward-Torrecillas
Dirección: C/ Zurita 21, 4º C 28012 Madrid – España

14/05/2009 Pohang, Korea del Sur

Albita,
Ayer me fui a la cama contigo, e hicimos el amor. Y fue bonito, y dulce, y salvaje. Te oí gritar cómo no habías hecho nunca. Y yo también grité como nunca. Llevábamos tanto tiempo sin estar juntos. Te quise. Mucho.
No sé si habrás sentido algo, una caricia, algo removiéndote: aquí eran las 23.30 así que allí en Madrid tenían que ser exactamente las 12:30 de la mañana cuando me metí en la cama con Audrey, una compañera de trabajo a la que le dije que, por favor, si podía hacer de Alba, si podía ser tú, por una noche. Se conmovió, la pobre. Pero lo hizo bien.Y no se molestó que la la llamara Alba tantas veces.
Te echo mucho de menos, truchita mía.







Destinatario: Daniel Gascón Tejero
Dirección: 265-2, Songdo-dong, Nam-gu , Pohang 790-829, South Korea


Daniel,
Ayer me follé a Ricardo. Tu mejor amigo. Me sentía tan sola y él es lo más cercano a ti que he podido encontrar. No le llamé Dani. Así sólo te llamo a ti. No sé si sentiste algo o si lo sientes ahora. Espero que lo sientas. MUCHO.

Alba, la truchita, sí.



22 May 2012

Postales #004: 18 de febrero de 1938



Destinatario:
 Srta. Gabriela García

Dirección: C/ Mar Adriático 87 A - Almería


«Tu corazón inventa los mapas en colores,
en tus ojos se hamacan los globos del domingo,
y cuando estás en mí, la noche se abre el pecho
y sangre de estrellas baja hasta tu pelo,
tu nombre, tu violencia.

Esta infinita sed: beberte, desecarte
cisterna de alegría, despilfarro del grito
que los labios ahogan en un delirio»

~ ~ ~

Este poema no es mío, Gabriela, yo no sé escribir. Pero yo te amo por ceja, por cabello, y así me siento cuando pienso en tí: sediento. Y busco tu nombre y tus labios en el borde de cada copa, donde el vino es también la luna que miramos juntos cada noche, tú allí y yo aquí.
Cuando todo esto termine, quiero que nos casemos.
Hoy mi camarada Luis murió, por una granada. Tengo miedo. Y te quiero.

Barcelona, 18 de Febrero de 1938. 
Juan


Postales #003: Amor filial


Destinatario: Antonio Martín Fericgla
Dirección: C/ Dávila, 4, Barbate - España



Querido papá. Llevas 5 años muerto y aún no me he hecho a la idea. Habría querido decirte tantas cosas. Hablar nunca fue lo nuestro, pero yo te quise mucho. Y ya que estamos te lo digo: más que a mamá. Me acuerdo, pa', de cuando me llevabas a pescar. Yo pescaba y tú te pasabas horas mirando el mar. Siempre quise preguntarte en qué pensabas. Me gustaría que me visitaras, alguna noche, en sueños.
Te quiere, siempre, tu hijo.

Emilio



20 May 2012

Postales #002: Sentidos de culpa y churumbeles

Destinatario: Salomé Ceballos Tamariz
Dirección: 1145 Bradford Circle, Batavia, IL 60510, USA


Remite: Ismael Cosme Pemán, C/ Salazár, 6 3ºB, Albacete, España
Desde: Creta, Grecia
Fecha: 16/10/2006

Trabajo en Correos y por casualidad encontré en el remite de una carta tu dirección. Hace unos días me han dicho unas cuantas personas que tuviste un hijo/a mío. Me gustaría saber si es cierto y de serlo si podrías enviarme una foto del niñi/a. SIento no haberte escrito en estos años y hacerlo de esta manera, pero nadie sabía en el pueblo en qué lugar del mundo vivías y los que lo sabían nunca me lo han dicho. Espero que estéis bien. No te olvides de mi petición. No te llevará mucho tiempo cumplirla. Besos. Ismael.


Postales #001: Amores psico-atrópicos

Palabras liminares (por donde se entra o se sale)


Un paquete de postales encontrado en la calle. Una colección, quizás. Todas de gente distinta. Y cada una con una historia (o muchas) detrás.

Yo no cuento nada. Que cuenten ellas. Una (o más) por día. Ahí va la primera.

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Destinatario: Srta. Atropa, 
Dirección: C/ Hada verde, 3
Ciudad: Barcelona

Querida Atropa, mi bella donna,

Te escribo esta postal desde el recoleto pueblo de Palo y Tientieso, donde he permanecido dos días en estado de semiinconsciencia en casa del boticario. Acudí, como sabes, para cubrir la crónica relativa a las danzas populares que se celebran en el lugar. El tabernero, un antiguo jipi reciclado, me invitó a una copa de ajenjo en la que se hallaba disuelto el polvo de una raíz "diez veces más potente que la Viagra". Menudo cabrón. En cuanto llegué a la plaza, ya tambaleante, me topé a oscuros danzantes masáis, mezclados con derviches mevlevis, esos místicos turcos que giran y giran mientras sus vaporosas faldas ascienden al ritmo de la música. Hice fotos. Una de ellas es esta postal. Como ves estaba muy borracho. Aún así no salió movida. Un beso. Tu churri.





19 May 2012

Pastilla roja, pastilla azul



Pasa que te despiertas, bajas a ese bar donde hay tanta gente y alguien te dice "Hola, soy el Oráculo. Y tú eres un Piscis, sabes que no hay cuchara, te gusta el Perseguidor y no has visto la Doble Vida de Verónica".


—Morpheus, ¿dónde está la pastilla azul? ¿Dónde?
—La he tirado. Total, ya te tomaste la roja...
—Mierda. Y ahora?
—Relax and enjoy it. Te va a molar, verás.

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Parece que Morpheus estuvo cavilando y se tomó en serio la pregunta, porque acaba de volver con un frasquito de pastillitas azules. Me da dos: una para anular los efectos de la roja y otra para volver al acuario del que vengo, pescaíto que soy con colita de escorpión y un diente de león en la oreja.

—Ahí va tu pastillita azul, chaval. No sabes lo que me costó encontrarla.
—Que no me apetece ya, Morpheus, que esto me mola. Quiero seguir jugando.
—Pues ahora que la he buscado te la vas a tomar, cagüentó. Y, ¿sabes qué? me la voy a tomar yo también, que me he hartado de jugar. 
—Vaya...
—Hay que tener un buen físico, para correr detrás de los sueños, amigo. Y este no es país para viejos.

Morpheus sabe de pelis, parece. El pescaíto no mucho: ha estado casi siempre al otro lado del cristal, nadando. Esta vez se sentía un poco Nemo. No, no el capitán. El pececito. En fin.



10 May 2012

The Freedom of Jonathan Franzer



Whenever a character of a novel (or a real person) believe that they are the ultimate realist in a culture of savage realism, they loose their credibility: we don't believe them 
(me myself) 













Let's dedicate some time to this. Mmhhmmm... As I've finished to write this sentence, a question comes up from the very bottom of my brain: look, it's 40 ºC (that's it: it's bloody hot) and are you sure you want to use your time to write about this book? Why?

The answer: my house is a mess and if I don't seat here writing something I'll feel compelled to start cleaning and unmessing all this. And it's —really— too hot. And also: David gave me this book, and in some way I have to tell him that... well, let's tell it to him with some few more words.

When I first received the book I didn't even know this Jonathan Franzer. Googled it and found out he won in 2001-2002 —just to mention a couple of them— the National Book Award for Fiction and the Pulitzer Prize for Fiction. A best-selling and high-rated author. I do not normally read books reviews before reading a book, so I just decided to deep my head on it and see. Bad choice. Very bad choice (sorry, David).

I'll try to be brief. First to be said: I haven't finished the book. And I do not know if I will actually finish it. Now, this guy is an excellent writer. I mean, He knows English and he know how to use it. So you start the novel and you decide (English is obviously not my first —not even the 2nd— language, as you can easily understand from my writing) that it's harmless and an easy read. Enjoyable. An it gets a point. Then you go on reading and you find yourself there, in some way: the pop culture references (I'm 41) which makes you feel this is a story of truly today's world. 

But one goes on thinking that the novel wants, in some way, to be a post-modern Tolstoy's vindication (there are more than one reference to Tolstoy, here) but as one perseveres through it, gets more and more perplexed. This wants to be a realistic XXI century novel. And it fails in it. It really fails.

In a post-modern environment, where we are flooded with 24-hours information, a realistic novel cannot aspire to be the herald of the reality, and not even to merely describe it —we know it, we already understand what reality is, we live it, we are inundated with information about reality— but, in some way, it has to transcend it, to put reality on a place where it can be denied, and not just been swallowed as it is. Realistic novels (from Victor Hugo to Anna Karenina to Don DeLillo... not to speak about Thomas Pynchon, but perhaps I'm driving it too far with Pynchon) implicitly raises concern about how fucked up reality is.

And this novel, titled Freedom, which is supposed to be

«[...] about how we use and abuse our freedom; about the beginning and ending of love, teenage lust, the unexpectedness of adult life; why we compete with our friends; how we betray those closest to us; and why things almost never work out as they "should". It's a story about the human heart, and what it leads to us to do to ourselves and each other.»

express in my very personal vision no concern about freedom. Not at all. The problem of realism in Victor Hugo, in Émile Zola was precisely the freedom, or, better said, the lack of freedom and you could "feel it". And that "feeling" was the hardest criticism to the human condition in that reality.

Now, it actually seems that Franzen does not even aspire to criticize reality. It really seems he has nothing to criticize. He seems to be fine with almost everything (you could say here that he merely report the uneasiness of reality and that this becomes a criticism by itself, but no: you do not even get this feeling). In some easy way I could say that everything its reproduced superficially. And here it comes to the superficiality of the characters. The portrayal of the characters is just non-believable. They vacillate in between the cliché, the "genericality" (I've just invented it, but I couldn't find a better word) and an unbelievable artificial way of expressing themselves: the dialogues —most of them— are just not credible (I've to admit that at the very beginning of the novel, I thought the contrary).

Franzen don't even try to give them different voices: the chapters of Patty's autobiography (almost 200 pages) are not spoken with Patty's voice (if it exists). It's Franzen here speaking with his own voice, the same tedious voice which accompanies you through all the book (at least till the page I am reading at the moment).

It's 21:37, now. My house is still a mess (I promise: this weekend I'll dedicate myself to it) and temperature... is still around 35. My pamphlet has come to his end (not too interesting, I guess) and I will sit outside and read a bit more. Now I feel a bit more free.


8 May 2012

De telarañas y miradas

E. lleva ya tiempo despierto, pero no ha abierto los ojos aún. Quiere volver a dormirse y despertarse, pero esta vez limpio. "Seguro que está nublado", piensa. E.

Se ha despertado, E., con una extraña angustia, hoy. Le pesa el alma. Y ha decidido quedarse allí, con los ojos cerrados, sintiéndose. "Qué pasa. Qué es esto". No se aclara, E.

Tal vez un sueño, musita, y sus hilachas. Las hilachas, esas telarañas sucias que le pegan a la sábana, a veces, como si un Spiderman malo malísimo hubiera querido ponerse a jugar con su alma. "Las hilachas", piensa. No suena bien esa palabra. Hay palabras, como ésta, que son húmedas, pegajosas y frías. Palabras que te enfrían el alma.

Y E., en un ejercicio entre lingüístico y simbólico, piensa que hay que volverse a dormir, aunque sean unos minutos; equilibrar ese desequilibrio, neutralizar ese signo menos (frío, húmedo, pegajoso) con unos minútos de edredón cálido y seco, de sueño-secadora, de sauna finlandesa, de polo positivo + de batería (E. siempre ha mirado de reojo y desconfiando los polos negativos de las baterías).

Quiere volver a dormirse, E. Y despertar clean, neat. Le sale el inglés, a E. , porque ese idioma con el que trabaja todos los días le parece limpio, prístino, como el agua del mar en el que ha nacido, ese sea que tan bien suena en inglés, como see, como una mirada sincera y transparente, esa mirada que busca en la gente que pasea por las calles, en las personas con las que se encuentra. Tiene, E. algo como una obsesión con las miradas, con los ojos de los con los que se topa. Le gustan, a E., las miradas de los niños, y las pocas veces que se ha enamorado siempre ha sido de unos ojos como de niña, de miradas que se le antojaban limpias, curiosas, solares.

No puede volverse a dormir, E. Y entonces piensa que tal vez una ducha ayude a lavarse -wash out- esas hilachas de encima, esas telarañas frías, húmedas, pegajosas.

Abre el ojo, E.

"Está nublado. Sabía yo".

No se puede volver a dormir, E. Y entonces escribe. Y escribiendo se acuerda de una mirada. Y se alegra.

Hay ojos, miradas, que son como el sol: deshacen las nubes, secan las telarañas, calientan el alma. Y a veces basta un recuerdo.

17 Apr 2012

Solitudo Chaotica (improvisolos #2)


Hay días (y noches) en las que me muevo por la vida como un caballo de ajedrez que se mueve como una torre que se mueve como un alfil. 

Este sábado le moví un jaque a una Reina. Y esta noche me siento peón en un tablero vacío en el que me muevo como un caballo que se mueve como una torre que se mueve como un alfil. Sin rumbo. 

A veces la soledad es así. Frenética. Y caótica.

Pardón: quería decir la solitariedad.


8 Apr 2012

Solitariedades (improvisolos #1)



once you realise you're not obligated to persuade others about your existence, it becomes a lot easier to exist.
(Sloane Crosley)








Llevo unas cuantas decenas de minutos mirando la pantalla en blanco. Ésta la demostración más clara de que hablar de esto es, para mí, un argumento rather complicate. Con esto no quiero decir que normalmente mis dedos corran sobre el teclado confiados y con esa fluidez despreocupada que uno piensa suelen tener los que se dedican a escribir (bytheway, yo no me dedico a ello), qué va: a mí siempre me ha costado dios y ayuda darle a la tecla: una idea siempre ha conllevado su contrario,  y con ello la difícil tarea de analizar y decidir (desde fuera parezco tan blanco y negro para tantas cosas, pero yo sé bien el columpiamen de ideas que hay detrás de esa pantalla). Pero hoy no se trata sólo de eso. No depende de que me fallen los argumentos, blancos y negros y grises, sino lo que me falla es el pudor. Y cierto coraje. Y la pereza, esa estratagema tan mezquina con la que la mente cubre la falta de coraje. Porque hablar de esto significa desnudarme yo frente de mi mismo, mirarme en bolas delante de un espejo crudo. 


No voy  hacer muchas confesiones, no os preocupéis. El strip-tease que me toca es de puertas para adentro. 


Hoy, pues, en mi andar de bitizen (de citizen en un mundo de bits: le debo el neologismo a mi amigo Cosmopato Martín), me he topado con un artículo, un vídeo y un poema, (el poema, si uno lo quiere llamar así, es el texto que se escucha en el video* y se puede leer allí, en youtube, y aquí más abajo). No los buscaba, y eso me hace pensar en que el azar, esa ruleta de la suerte, tal vez no sea tan tal. 

La soledad. La elección de la soledad. 

Cuanto más lo miro, del derecho y del envés, cuanto más lo analice y lo piense, más me convenzo de que, a pesar de que no lo queramos aceptar, los que estamos solos (habrá que matizar, más adelante, eso de "estar" solo: me refiero al vivir solos, sin pareja, y en ocasiones lejos de los amigos) lo estamos porque lo hemos elegido. Hemos elegido estar solos. Hemos elegido volver a casa, abrir la puerta y saber que lo que nos espera es el silencio, roto sólo por los ruidos que hacemos: el sonido sordo de la mochila dejada caer al suelo; ese ruido —tan cotidiano, tan de siempre— que hacen las llaves al dejarlas en la mesa; el abrir el grifo para que corra agua antes de tomar un vaso (yo siempre me paro unos segundos al ruido del agua: me puede.); tirarse un pedo en el medio del salón y saber que no llegará esa cara de fingido asombro y el comentario "¡pedorro!" de cuando alguien más compartía el papel higiénico, los plátanos en el frutero encima de la mesa, las pelis y algunas cuantas cosas más.

Se me ocurre, parándome a pensar un poco más detenidamente, que más que soledad debería hablar de solitariedad. Estar solo, en un mundo de billones de seres vivientes (y supuestamente o potencialmente sencientes), es una elección. El solitario elige la solitariedad. Las situaciones, la circunstancia (sí, la de Ortega), decimos, nos obliga nos moldea, nos jode —decimos y nos quejamos— y sin embargo en muchos casos, y en muchos momentos de nuestra vida, no nos percibimos como lo que potencialmente todos somos: moldeadores si no de la circunstancia por lo menos sí de la manera en la que podemos vivir esa circunstancia (de la que en parte somos ignaros creadores): creativamente, buscando y potenciando lo que nos conviene, lo que nos hace estar bien.


Me he lamentado, durante mucho tiempo, de esta soledad. Y muchas veces el despertar es un momento de angustia cósmica en el que se suman todas las preguntas sin respuestas, desde las más metafísicas (por qué y para qué) hasta las más circunstanciales (voy o no voy a nadar?). Pero las lamentaciones, llevo viendo desde hace un tiempo, son una manera de huir de la toma de responsabilidad. De una responsabilidad muy personal: la de hacer de cada día, de cada hora, de cada minuto, a ser posible, algo digno de ser vivido. Tomemos o no la vida como un regalo, el hecho es que está aquí: vivimos, existimos, y somos en buena parte capaces, potencialmente, de hacer de nuestras vidas un infierno o algo digno de ser vivido. Es una cuestión de elecciones. Y de actos.


Lo cierto es que actuamos. Y cuando actuamos elegimos. Y las palabras, como dicen también en mi país natal, se las lleva el viento: lo que define lo que hacemos y somos son nuestros actos. Si mandamos a tomar por culo a alguien no es porque nos hemos enfadado y no lo hemos podido evitar: hemos elegido mandarlo a tomar por culo. No valen justificaciones. Si nos vamos a la cama con alguien y nos despertamos al día siguiente pensando "mierda, ¿quién es ésta?", no vale con justificarnos con un "estaba borracho. Lo estábamos los dos". Eso puede ser verdad, con lo que comporta con respecto a la merma de capacidad de discernimiento que unas cuantas copas causan. Sin embargo, allí hay un acto que ha sido un acto consciente, una elección. 


Y entonces también la soledad es una elección. Se llama solitariedad. Puede que haya excepciones,  seguramente las hay, pero considerarse una de esas excepciones es caer en lo fácil, es huir de la responsabilidad. Solitariedad. De alguna manera este peculiar ascetismo lleno de comodidades, este ascetismo parcial, muy urbano y tecnológico de la solitriedad no es que una forma de epifanía de la carencia y, al mismo tiempo, su némesis. Por un lado manifestamos la falta de ese algo dramatizándola: quedándonos solos. Por el otro, esa elección, si llevada con la voluntad de no padecerla, encuentra su némesis en ella misma. Y es aquí donde me viene de perlas ese vídeo, y esa especie de poema que te dice, de alguna manera, que elijas tú también como vivir esa soledad. 
How to be alone (by Tanya Davis)
If you are at first lonely, be patient. If you've not been alone much, or if when you were, you weren't okay with it, then just wait. You'll find it's fine to be alone once you're embracing it.
We could start with the acceptable places, the bathroom, the coffee shop, the library. Where you can stall and read the paper, where you can get your caffeine fix and sit and stay there. Where you can browse the stacks and smell the books. You're not supposed to talk much anyway so it's safe there.
There's also the gym. If you're shy you could hang out with yourself in mirrors, you could put headphones in. 
And there's public transportation, because we all gotta go places. 
And there's prayer and meditation. No one will think less if you're hanging with your breath seeking peace and salvation.
Start simple. Things you may have previously (electric guitar plucking) based on your avoid being alone principals. 
The lunch counter. Where you will be surrounded by chow-downers. Employees who only have an hour and their spouses work across town and so they -- like you -- will be alone.
Resist the urge to hang out with your cell phone. 
When you are comfortable with eat lunch and run, take yourself out for dinner. A restaurant with linen and silverware. You're no less intriguing a person when you're eating solo dessert to cleaning the whipped cream from the dish with your finger. In fact some people at full tables will wish they were where you were.
Go to the movies. Where it is dark and soothing. Alone in your seat amidst a fleeting community.
And then, take yourself out dancing to a club where no one knows you. Stand on the outside of the floor till the lights convince you more and more and the music shows you. Dance like no one's watching...because, they're probably not. And, if they are, assume it is with best of human intentions. The way bodies move genuinely to beats is, after all, gorgeous and affecting. Dance until you're sweating, and beads of perspiration remind you of life's best things, down your back like a brook of blessings.
Go to the woods alone, and the trees and squirrels will watch for you.
Go to an unfamiliar city, roam the streets, there're always statues to talk to and benches made for sitting give strangers a shared existence if only for a minute and these moments can be so uplifting and the conversations you get in by sitting alone on benches might've never happened had you not been there by yourself
Society is afraid of alonedom, like lonely hearts are wasting away in basements, like people must have problems if, after a while, nobody is dating them. but lonely is a freedom that breaths easy and weightless and lonely is healing if you make it.
You could stand, swathed by groups and mobs or hold hands with your partner, look both further and farther for the endless quest for company. But no one's in your head and by the time you translate your thoughts, some essence of them may be lost or perhaps it is just kept. 
Perhaps in the interest of loving oneself, perhaps all those sappy slogans from preschool over to high school's groaning were tokens for holding the lonely at bay. Cuz if you're happy in your head than solitude is blessed and alone is okay.
It's okay if no one believes like you. All experience is unique, no one has the same synapses, can't think like you, for this be releived, keeps things interesting lifes magic things in reach. 
And it doesn't mean you're not connected, that communitie's not present, just take the perspective you get from being one person in one head and feel the effects of it. take silence and respect it. if you have an art that needs a practice, stop neglecting it. If your family doesn't get you, or religious sect is not meant for you, don't obsess about it. 
you could be in an instant surrounded if you needed it.
If your heart is bleeding make the best of it.
There is heat in freezing, be a testament.


Alguien a quien le gusta poner etiquetas podrá opinar que esto suena muy New Age. El que escribe esto, sin embargo, que vive en una era que se renueva cada día, lo ve como muy, muy práctico. Para los solitarios. Y, quien sabe, tal vez también para los que no lo son.

* notas al pie: releyendo me percato de que más arriba escribí "el texto que se escucha"... y he decidido no corregirlo. Me encanta lo sinestésico, y a pesar de que algunos de mis amigos no me entiendan (algunos pocos, sí): hay platos que me saben verde, o azul, o naranja, así como hay fruta que se me antoja caliente o fría, a pesar de tener la misma temperatura. Las notas, también, tienen colores, y cambian, según la tonalidad. En fin. Cosas de uno.